Titulo original: High fidelity
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País: Estados Unidos-Inglaterra Año: 2000 Director: Stephen Frears Elenco: John Cusack, Jack Black, Lisa Bonet, Joelle Carter, Joan Cusack
Resumen: A Rob Gordon (John Cusack), dueño de una tienda de discos de vinilo, lo deja su novia Laura (Iben Hjejle). Entonces el tipo cuenta (nos cuenta, porque la narración es en primera persona y mirando a la cámara) básicamente su historia amorosa, y -como si se tratara de un ranking musical de esos a los que es tan adepto- describe el "top five" de sus fracasos sentimentales. Al principio está decidido a dejar a Laura fuera de esa lista de preferencia, pero más tarde se dará cuenta de que no es tan sencillo. La historia, que proviene de una novela de Nick Hornby adaptada al cine, entre otros, por el propio Cusack, es brillante. Ese relato franco y directo del protagonista no sólo no aburre sino que funciona a la perfección, en parte porque el tipo tiene mucho con lo cual identificarse. Hay además tres o cuatro personajes secundarios delineados con mucha puntería e interpretados aún mejor: los empleados de la disquería (el timidón Todd Louiso y el gordito "roba escenas" Jack Black), la ex novia sensual que hace Catherine Zeta-Jones (nada menos) y el nuevo amante de Laura, un "místico" insoportable llamado Ian, o Ray, personificado por Tim Robbins. El otro goce de la película -dirigida con gran soltura por el británico Stephen Frears- es, por supuesto, la música. Como en Casi Famosos, de Cameron Crowe, el protagonista es un amante de la buena música y no puede evitar describir (y describirse) a través de títulos de canciones, intérpretes, nombres de discos y mucha referencia al pop y al rock (la aparición de Bruce Springsteen es una gentileza). O sea que será ampliamente disfrutada por todo aquel que, durante algún estado de ánimo sentimental, haya encontrado un escape en el pequeño ritual de sacar un disco, poner la púa y dejarse llevar.
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